miércoles, marzo 10, 2021

LA PUERTA ABIERTA

 

Ya es una costumbre en mis clases de fotografía en la UNALM y mis alumnos lo saben. Dejar la puerta de atrás abierta siempre es una promesa que me hice yo hace muchos años y las promesas se cumplen, más cuando tu mismo eres quien las avala.

La historia de la puerta abierta siempre se las cuento a mis alumnos el primer día de clase, dentro de las reglas que se dan para el curso, así que ellos ya saben que pueden entrar a pesar de llegar tarde con la única condición que no hagan ruido, y desde 1996 la puerta sigue abierta y ellos siguen entrando.


¿Pero por que la puerta esta abierta? Esa es la historia que se remonta a cuando estudiaba en San Marcos y llevaba el curso de periodismo interpretativo con mi querida profesora Lily Huamanchumo quien era muy estricta con el horario. Las clases empezaban 8am y la profesora cerraba la puerta a las 8:05am y lamentablemente por la distancia y el tráfico de aquella época a pesar de los esfuerzos a veces solía llegar 8:10 o 8:15am y encontraba la puerta cerrada. Y aquí viene el detalle, me podía haber regresado a casa o quedarme por algún salón, pero siempre prefería quedarme parado y escuchar la clase a través de la ventanita sin vidrio que había en la puerta trasera, pase casi un 30% del curso escuchando las clases de esa forma, con la ilusa esperanza de que la profesora se compadeciera de mi y me abriera la puerta, pero nunca lo hizo. Solo cuando la suerte estaba conmigo, podía llegar antes que cerrara la puerta.

Pasó el tiempo, y luego de mucho esfuerzo aprobé el curso y un día años después, me encontré con la profesora y nos quedamos a charlar sobre como me iba y en medio de la plática, salió la pregunta:

-        Oscar, quisiera que me quites una duda ¿Por qué siempre te quedabas en la puerta cuando llegabas tarde? Me sorprendía tu cara mirándome fijamente por la ventana y a veces me provocaba reírme de verte allí. Me dijo con curiosidad.

-        Sencillo profesora -respondí- usted podía cerrar la puerta, pero el conocimiento salía por la ventana. Era una forma de decir que yo quería escuchar la clase, pero lamentablemente llegaba tarde. Pero hay un detalle… por todo eso, ahora en mis clases de fotografía en la UNALM la puerta de atrás de mi salón, siempre permanece abierta.

La profesora se sorprendió, creo que no esperaba una respuesta así. En teoría muchos pensarían que uno debe hacer los mismo que te hicieron. El conocido pensamiento, “si yo sufrí, que ellos también sufran” no lo cumplí. Y yo no hice lo mismo por que siempre recuerdo que mientras estaba esas dos horas parado en puerta deseaba que la profesora me abriera la puerta, claro que muchos dirán que lo más sencillo esforzarme  y era llegar temprano, pero tal vez me era más simple, irme y no quedarme en la puerta. Para mi era simplemente una forma de expresar que la clase me interesaba y quería entrar. Siempre recuerdo que pensaba que, si fuera yo del otro lado, abriría la puerta.

Han pasado los años y sigo pensando igual, para mí, uno de los problemas de nuestra sociedad es que muchos cambian de opinión de acuerdo a la situación, es por eso que, tal vez, si eres pobre dices que si tuvieras dinero harías muchas cosas en beneficio de otros y cuando llegas a tener poder y dinero, tus ideas juveniles pasan al olvido, en resumen, “una cosa es con guitarra y otra con cajón” y muchos pueden comprobar que en la política eso es algo que es común en los políticos, sino, recuerden de quienes está lleno el Congreso de la Republica.

Con el tiempo mi idea de la puerta mi idea de la puerta abierta ha logrado que muchos de mis alumnos tengan un compromiso sin firma, he visto que muchos, por razones insalvables llegan a tarde y entran de manera silenciosa, y al final de la clase, de manera respetuosa se acercan para pedir disculpas por su tardanza y explicarme el por que de ella. Tal vez, simplemente se pueden retirar sin explicaciones, pero, ¿qué es lo que los hace sentir responsables?, para mi la respuesta es que simplemente regresan la confianza que les entrego. Tal vez puede ser un método “sui generis”, pero así es el comportamiento humano y los estudiantes tienen un mar de variables que nunca podemos entender del todo, yo simplemente les pongo un faro para que lleguen a buen puerto y desde 1996, cuando se inició el curso en la agraria, he comprobado que la respuesta es la misma que yo hubiera dado, respetar el compromiso sin presiones.

Hace un tiempo me encontré con la profesora Huamanchumo, y la pregunta salto:

- ¿Y profesora, sigue cerrando la puerta?

- Por supuesto, respondió – con una sonrisa cómplice.

- Bueno – le respondí- la mía siempre sigue abierta.

Termino reconociendo de que la profesora como yo, seguimos consecuentes en nuestras ideas y eso ya es la mística sanmarquina.

EL MINISTRO Y YO

 

Ayer hablando con una querida amiga, recordábamos los trabajos por los que hemos pasado y sobre todo los jefes que hemos tenido y las experiencias que vivimos con ellos.

De todas ellas extraje una especial, que a pesar del tiempo se refleja creo todos los días en muchas oficinas y dependencias del Estado. Para mi es una tara, un lastre que algunos arrastran en silencio, hoy lo cuento para que estoy seguro que alguna vez lo has vivido o al menos has sido testigo de algo parecido.

Era la década del 90´s y yo trabajaba en la oficina de un ministerio como diseñador gráfico, mi principal labor era diseñar los avisos de las licitaciones que salían en los diarios, mi jefe, un curtido hombre de prensa, asesor del ministro de turno, orgulloso ayacuchano, forjado en la política partidaria y sobre todo conocedor de la idiosincrasia del peruano ideo una forma genial de usar las obligatorias publicaciones de las licitaciones en magnífica propaganda gubernamental. Si antes un aviso de licitación tenia letras pequeñas: “Licitación para la obra en el distrito de Asillo, provincia de Azangaro, departamento de Puno” con letras pequeñas en el diario oficial, él cambio todo a grandes avisos donde cada nombre de la localidad resaltaba como un titular de diario, así el avisito transmutaba a: Departamento de PUNO, provincia de AZANGARO, Distrito de ASILLO, y en letras grandes la obra a realizar. La formula perfecta, el aviso legal ahora era una propaganda política.

Fue en ese trajín diario en que había un pequeño problema, toda publicidad tenia que llevar el visto bueno del ministro, así que una vez diseñado, el llevaba el aviso al despacho ministerial para que el ministro lo apruebe, el detalle es que el ministro tenia una agenda muy recargada y a veces aprobaba el aviso pasada las 5pm, cuando ya los diarios habían cerrado las publicaciones, lo cual llevaba a pagar recargos y a mí, pobre diseñador, esperar hasta las 7 o 8pm que el ministro se digne a poner su firma y sello.

¿Pero por qué pasaba esto? Un día comprendí que el problema no era que el ministro no tenia tiempo, sino que mi jefe no le explicaba que los diarios tienen un horario y que por más ministro que sea no iban a parar las rotativas para colocar su aviso a la hora que él tenga tiempo. El clásico “sí, señor” estaba personificado en mi jefe. Claro, creo que nunca pudo ir al despacho y explicar en forma sencilla cual era el procedimiento de la publicación de un aviso. Al final, el problema emergía por nuestra oficina y el publicista.

Pero, la vida da revanchas, y el día llegó, por que tarde o temprano la vida te sonríe.

Un día, mi jefe salió a un viaje a provincia, y durante la semana habíamos estado diseñando un aviso a pagina completa con todas las obras realizadas en un mapa el Perú, en cada departamento figuraba la obra realizada y el dinero invertido, era una filigrana en blanco y negro. Y llego el día, el aviso tenia que enviarse para publicación, pero el ministro no lo había revisado. Tenia que ser publicado el domingo y ya era viernes. Fue allí donde a la oficina llaman del despacho, solicitando que vaya mi jefe para revisar el aviso, pero mi jefe no estaba, preguntaron por quién lo podía remplazar, “el segundo de abordo”, también había ido al viaje, el “tercero”, no, tampoco, ¿Quién esta entonces? Pregunto la secretaria del despacho, solo el diseñador respondió: Que suba, fue la orden.

Y así, yo humilde diseñador subió al despacho ministerial, de pronto sin querer estaba en medio del poder. Cuando entré a la oficina encontré al ministro en sentado en una mesa rodeado de muchos documentos y a un costado el aviso esperando.

Mucho gusto ingeniero, lo salude, me dio la mano muy atentamente y me señalo el aviso. ¿Y cómo va esto? -pregunto. Ya está listo, solo lo aprueba y se envía, respondí.  Y allí empezó el siguiente dialogo:

Ministro: Una pregunta ¿si ponemos el nombre es esta obra más grande?

Yo: Ingeniero, si agrando el nombre de esta obra, me va a obligar a que las demás también las tenga que agrandar y ya no hay espacio.

Ministro: ¿Y si ponemos los departamentos donde hay obras con un tramado?

Yo: Ingeniero, si ponemos algunos departamentos con una trama, las letras que son pequeñas van a perder protagonismo.

El ministro se alejó del aviso, lo miro de nuevo… y lanzo el ultimo dardo.

Ministro: ¿Y si hacemos el mapa del Perú más grande?

Yo: Ingeniero, si quiere que haga eso, voy a tener que reacomodar todo el aviso y ya son las 4pm y a las 5pm cierran la edición y tendríamos que pagar extra.

El ministro se acomodó los lentes… miro el aviso de nuevo y sentencio: Claro, ¿no?, así está bien, ¿tú qué opinas?, pregunto.

-Le aseguro que es un diseño que se ha trabajado desde hace varios días, respondí muy seguro.

-Perfecto, dijo, tomo su lapicero y puso su sello y firma.

Me despedí y salí rápido antes que se arrepienta. En la oficina llame al publicista y publico el aviso.

¿Qué pude comprobar ese día? Simplemente que al ministro nunca le habían explicado el sistema de publicación de una publicidad, él pensaba que era muy fácil llevar un aviso a las 8pm para que salga al día siguiente. Lo único que hice fue explicarle con base que hay cosas que se pueden hacer y otras no.

Para terminar la historia, cuando mi jefe regreso y pregunto por el aviso y lo vio ya publicado, pregunto cómo había hecho: “Solo le dije, lo que usted nunca se atrevió a decirle y me entendió”. La discusión que vino ya es otra historia.

ANÉCDOTAS DE UN COYOTE

 

Lo conocí hace décadas, de abdomen prominente, carácter campechano y una astucia política forjada por los años. Así era don Rolando, un viejo periodista, de carácter fuerte el cual solo era vencido por cuando escuchaba un huayno ayacuchano o en las festividades del día de la madre recordaba con pena como en su colegio de su natal Ayacucho, tenía que llevar una rosa blanca en su pecho en honor a su madre fallecida a diferencia de sus compañeros quienes llevaban una rosa roja. Es allí donde el viejo se quebraba y escondía las lágrimas detrás de sus anteojos a pesar de su edad. Hay detalles que nos marcan en la niñez para toda la vida, ese era uno de ellos. Conocido por muchos de sus amigos como “el coyote”, yo podía definir a don Rolando simplemente como: un cholo bueno.

Trabaje a su lado por muchos años, recuerdo infinitas discusiones, interminables jornadas de trabajo, pero, sobre todo, recuerdo sus anécdotas y hoy, en época electoral recuerdo una que me impacto.

Era las elecciones del 1963 y había abrazado las ilusiones de un joven candidato, don Fernando Belaunde venia de protagonizar el célebre “Manguerazo” y empezó su campaña pueblo por pueblo, bajo el fundamento ideológico «El Perú como doctrina» y «La conquista del Perú por los peruanos». Un día, Belaunde llego a Ayacucho, él lo contaba así: “Desde la ciudad se podía ver la caravana que bajaba por el cerro, corrimos con los correligionarios a esperarlo a la entrada de la ciudad, el lema era “sin camiones, sin matones ,sin millones”, al darle el alcance, muchos pugnaban por tocarlo, bajo de la camioneta y algunos trataron de cargarlo, yo me deslice entre sus piernas y lo cargue al hombro, y así entramos en la plaza de armas, yo tuve la virilidad de Belaunde en los hombros”, contaba mientras reía.

Pasaron los meses y se acercaban las elecciones presidenciales y parlamentarias, don Rolando tenía arraigo en Ayacucho y se presentó como precandidato a diputado y gano. Con un sobre con los resultados de las elecciones en su ciudad se vino a Lima para hablar con el arquitecto, era de noche y sabía que había reunión en la casa de Manuel Ulloa en la calle Atahualpa en Miraflores.

“Toqué la puerta y un vigilante me atendió, le dije que venia desde Ayacucho para hablar con el arquitecto, que había ganado una plaza para ser candidato a diputado por Ayacucho, el vigilante le fue a avisar. A los minutos apareció Belaunde, lo saludo afectuosamente pero no lo invito a pasar, en la puerta don Rolando le explico que había ganado en Ayacucho y le mostro los resultados, Belaunde lo miro extrañado y de forma paternal le dijo: “Mira hijo, ves ese auto que esta allá, le dijo, señalando un Dodge negro, “sí, arquitecto” respondió el ayacuchano. Ese auto es del comandante de la marina, y es de su propiedad, así como ese auto tiene dueño, ya uno tiene ese lugar y no te lo puedo dar, así que, lo siento” le dijo mientras se despedía y le cerro amablemente la puerta.

Don Rolando se quedó parado en la soledad de la calle, y se retiró con su sobre donde mostraba que los correligionarios de Ayacucho, de ese Perú profundo lo habían elegido, miro al cielo y dijo, “para otra vez será”.

Hoy a puertas de las elecciones, me imagino que, desde el cielo, don Rolando, el cholo bueno, el ayacuchano, el estudiante guadalupano, el periodista, el político y el coyote debe estar mirando con nostalgia estas elecciones, donde cientos de candidatos buscaran un lugar, que espero se lo merezcan, como tal vez se lo merecía él. Total, debe estar contento, ya no lleva la rosa blanca en el pecho, porque estará cerca de su rosa roja, su madre.

Gracias por leerme.

 

Las matemáticas y yo