domingo, octubre 10, 2010

MI AMIGA CELESTE

A veces la vida da sorpresas, a veces la vida te enseña, yo creo que la vida se la agarro conmigo y no paso de año por que nunca deja de enseñarme, hoy puedo decir que una de las cosas que aprendí es que nunca hay que perder la esperanza y menos a una amiga.
Estas líneas van para alguien muy especial para mí, creo que tal vez, muchos no entiendan pero los que alguna vez tuvieron experiencias con la amistad podrán recordar conmigo lo hermoso que es sentir en el corazón sentimientos diversos que confluyen en una persona y como cruel paradoja del destino esta persona tan especial se perdió de la vida del quien escribe, pero como dije al inicio, la vida me enseño que lo que parecía imposible sucede, que a veces Dios, el universo, el destino o algo se apiada de los mortales y les dan regalos que hacen que el corazón salte, que los recuerdos escondidos en la memoria aparezcan como muy recientes y como un toque mágico, el tiempo pareciera no haber pasado.
Cuando estudiaba japonés yo me sentía como pez fuera del agua, muchas cosas se oponían a esa actividad tan extraña para mis conocidos, estaba lo primero, era difícil, lo segundo, no tenía un conocimiento ni remoto del idioma y lo tercero, me sentía solo en medio de tantos ojitos rasgados, pero había alguien que me hacia seguir, por que como muchos saben, los artistas como yo siempre buscan un acicate para lograr sueños absurdos, ese porque se resumía en un solo nombre: Celeste.
Celeste era una chica de cabello ensortijado, mirada vivaracha, chompas color pastel y de sonrisa afable y no tenía los ojos rasgados, nos conocimos en el primer ciclo del idioma japonés en el Cultural Peruano Japonés, allá en la década del 80, entre ella y yo creo que tuvimos una amistad especial, de esas amistades que uno siente que necesita, de esas que cuando en los momentos tristes, una sola mirada de ella hacía que me dé ganas de seguir para no dejarla sola, porque si estudie japonés con tanto ahincó a parte de cumplir un loco sueño, fue que encontré en ella lo que tal vez nunca después pude encontrar: una amistad sincera.
Pero el destino a veces es cruel como decía al inicio, no pude seguirla, ella pasó de ciclo, yo no, y allí la vida se me hizo un poco triste, pero la amistad siguió. Como extraño aquellas charlas interminables de 7 a 9 pm en la cafetería del Cultural, las risas y las platicas que en compañía de nuestro amigo Juan Irikura nos regalábamos, en medio de un café, era la excusa infaltable para disfrutar de su compañía. Recuerdo que estudiaba para ser profesora y siempre me ayudaba con mis tareas, un: domo arigatoo, Celesta san, era el único pago que podía darle.
Hoy trato de recordar como nos perdimos el rastro, en esa época no había el mail, ni facebook, ni google. Así un día que no recuerdo, Celeste partió de mi vida, termino el nivel y yo no pude seguir, y el vendaval de la vida me sumergió en cosas y tareas, Celeste quedo en el cielo de mis recuerdos más bonitos.
Muchas veces pensé que haría si pudiese verla y los sueños pasaban por mi mente, ¿me reconocería? ¿Se habrá casado? ¿Estará en Japón?. Un día escribí una crónica llamada “Arigatoo, una experiencia personal” donde la nombraba, ese escrito que leo a mis alumnos de la universidad todos los ciclos, hacia que la recuerde mientras las sonrisas cómplices preguntan siempre: Profesor: ¿quién era Celeste?
Hace unos días cumplí años, muchos años de soledad amical y de los otros y como un regalo de la vida, de pronto recibo una llamada: Era Celeste. Me había encontrado, me sentí sorprendido y emocionado, de pronto los recuerdos volvieron de golpe, la sonrisa regreso, Celeste bajo del cielo… nunca me dejo, siempre estuvo cerca de mí, porque estuvo siempre dentro de mi corazón.
Me encontró por el bendito Facebook, en los breves minutos que conversamos, parecía que no habían pasado los años, su voz que tanto me tranquilizaba estaba de vuelta, recordé sus chompas color pastel y su cabello ensortijado. Parece que Dios, el destino o el universo me quiso regalar algo que había extraviado: la amistad más sincera que jamás conocí.
Quedamos en vernos pronto, no sé que pasara, tal vez la abrazaría y me eche a llorar, tal vez me eche a reir y no me importa ni un comino lo que piense la gente… que… ¿por qué lloraría?, no sé… al momento de escribir esto también estoy llorando, no me importa… soy sentimental. Vivo y siento, creo que si no, cuando llegue al final de mi vida, me arrepentiría de no haberlo hecho.
Estas líneas son para ti Celeste, ¿sabes?, te doy gracias por encontrarme amiga, de verás que te extrañe, mucho, como se puede extrañar un atardecer, un noche estrellada o un momento de paz, tú me comprendiste siempre, tu paciencia para este loco artista es una de las cosas que siempre me hizo falta. Hoy retomo el camino que nunca debí haber dejado junto alguien para mí, muy especial, mi amiga, la más linda, la mejor.
Domo Arigatoo, Celeste san.

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